Saturday, September 26, 2009

El castigo justo

Via Andrés Diplotti me encontré con una campaña para que el gobierno británico pida disculpas por la condena sufrida por Alan Turing.

La historia de Alan Turing, el hombre que rompió el código nazi (*), el hombre que ayudó a sentar las bases de las reacciones retroalimentadas ( el libro de John Gribbin 'Así de Simple' es muy recomendable y que ganas me acaban de dar de escribir sobre la ley exponencial y su aplicación al análisis de performance del software) es interesante y triste.

Los comentarios se escriben en el manchester evening news como reacción a la noticia dan un poco de asco. Desde el energúmeno que dice que Turing no se jugaba la vida como lo hacían los soldados (mi antimilitarismo visceral me tienta a escribir que de energúmenos que intercambien balazos el mundo está lleno, mientras que de genios que rompan la codificación enemiga, sienten las bases de la informática y todo lo que decíamos antes, en cambio, venimos escasos) hasta el que cree en el absolutismo de las leyes diciendo que Turing rompió las leyes vigentes en su época y que por lo tanto las disculpas no son necesarias. La misma lógica que nos llevaría a concluir que Kaltenbrunner no rompió las leyes vigentes en su época por lo que su condena fue injusta.

Turing, como Oscar Wilde años antes, fue condenado por gay. Así de ridículo, así de inadmisible. Hace unos pocos días, Gordon Brown se disculpó por la condena. No va a traer a Turing ni a todos los que han sufrido semejante injusticia de vuelta, ni siquiera va a salvar a los que las sufren hoy en varios lugares del planeta, pero aún así es un paso necesario: que un estado reconozca los abusos que ha cometido, y los reconozca como abusos es una condición necesaria para que no se repitan (dije 'necesaria', no 'suficiente')

Por estar guiada por imbéciles, la humanidad perdió todo lo que Alan Turing podría haber dado para mejorar nuestra vida (no me cabe la menor duda que los avances científicos son el factor que más incidencia tiene en nuestra calidad de vida). Terrible para el pobre Alan, pero un castigo castigo justo .

(*)
sí, claro, los polacos lo hicieron antes, solo que muchas veces tardaban más tiempo que el que tardaban las órdenes en volverse obsoletas... y el objetivo de la criptografía no es hacer ilegible el mensaje desde acá hasta la muerte térmica del universo, sino que el tiempo requerido para romper el código haga la empresa inútil

Sunday, September 20, 2009

La crisis como oportunidad

- En la moto la carrocería sos vos
- El problema que tenemos es que no hay documentación
- Acá lo que hace falta es calidad institucional
- Acá el problema es el clientelismo político
- Lo que sucede es que el gobierno no quiere mejorar la educación para gobernar un pueblo ignorante


Podría seguir citando frases así de pelotudas, pero mi preferida es la del título. Me gusta, me fascina esta frase tan común entre vendedores de cursos, libros y seminarios que nos entregan la verdad revelada, que se revela, precisamente, como un par de obviedades genéricas escondidas detrás de un lenguaje altisonante. Creo que le gana a las boludeces que puede decir mi abuela, a las de un project manager medio burócrata, a las que dicen periodistas analfabetos funcionales dedicándose temas que superan su capacidad de análisis y formación, o incluso a las que dice un tachero (conductor de taxis) haciendo análisis sociológicos.

"La crisis como oportunidad" es un título que copa seminarios, artículos de revistas de negocios, cursillos y demás timos cuando empiezan a asomar las primeras amenazas de crisis. No creo que sea para sorprenderse, al fin y al cabo la crisis también afecta a los vendedores de amuletos y brujerías, aunque, claramente, menos que a los vendedores de cosas realmente útiles.


La frase en cuestión se basa, supongo, en una idea con algo de lógica: una crisis cambia el statu quo de un sistema, lo sacude un poco, hace caer a quienes tenían lugares establecidos y eso abre espacios que antes estaban cerrados. Puede que el mecanismo base funcione, pero tomarlo con el optimismo que intentan desplegar quienes titulan así sus trabajos se asemeja a pensar, en el medio de un terremoto, 'que bueno! en el futuro habrá más plazas y espacios verdes!". Los espacios se abren con sangre y muertos y antes de alegrarnos livianamente conviene pensar si vamos a contar cadáveres o vamos a ser uno.

Decía, puede que sea cierto que en las crisis es donde se puede ganar más. Lo podemos ver pensando en el inversor que compró propiedades en argentina en 2002 y las vendió en 2007. Cuando hacemos retrospectivas pensamos que lo que terminó por pasar era inevitable y que deberíamos haberlo sabido: pero no estábamos condenados al éxito en 2002, ni siquiera estábamos condenados a los sojodólares que entraron en malón entre 2003 y 2007 y crearon lo que crearon. La crisis fue una oportunidad, sí, pero los espacios se abrieron estaban regados de sangre, sufrimiento, quiebras, desempleo y pobreza. El hecho de que, pasada la crisis, tendamos a pensarla solo como oportunidad (o a sobrevalorar ese aspecto) se explica un poco por el sesgo de retrospectiva.

En realidad, este post esta recorrido por una pregunta. Digo, yo, que usualmente (al menos en persona, ignoro la imagen que doy en este blog) parezco un tipo con opiniones bastante establecidas, no estoy seguro de que papel podría jugar el optimismo en nuestro desarrollo y crecimiento. Conviene ser el optimista que ve la crisis como oportunidad? O es mejor tener los pies sobre la tierra y recordar que la sangre que riegue una nueva oportunidad podría llegar a ser la propia?. Cuando uno escucha a los triunfadores, ese grupo tan difusamente definido (o en realidad, cuando se habla de ellos), se recuerda que fueron gente optimista, que siempre creyó en su triunfo. Por supuesto que se trata de un problema de sesgo de selección: por cada optimista triunfador hay unos cuantos optimistas en el cementerio... Aún así, la pregunta persiste.