Monday, November 24, 2008

Inteligentes y Creativos

Todos queremos ser inteligentes, aún cuando haya algunos problemitas para definir qué cosa es la inteligencia, suponiendo que esta sea una sola cosa. Steven Pinker en su imprescindible libro The Blank Slate da una lista de habilidad cognitivas innatas con las que nacemos

Podríamos (esto es delirio mío, Pinker es inocente) definir 'inteligencia' como el grado de habilidad que tenemos, en cada una de esas áreas, para sacar conclusiones acertadas, con datos limitados y, tal vez, tiempos acuciantes. Incluso, un tipo de inteligencia podría ser la capacidad para elaborar, a partir de nuestras 'intuiciones primarias', métodos para describir adecuadamente lo que nos rodea, muchas veces contradiciendo lo que nuestras intuiciones innatas nos hacen pensar.

Claro que además de inteligentes queremos ser creativos. Y como queremos ser creativos e inteligentes (nos han mostrado, con un montón de datos que sustentan esta idea, que la inteligencia y la creatividad tienen una alta correlación con el éxito) tendemos a ser abiertos cuando nos proponen métodos para aumentar nuestra creatividad e inteligencia.

Pero hay malas noticias: tal parece que no somos una tabla rasa (o un blank slate, de ahí el título de su libro): tenemos gustos, personalidades y, también habilidades innatas (y falta de habilidad innatas, también). Pinker es convincente, al menos, para quienes ya no pensábamos, al momento de tomar su libro, que existiera algo así como el alma y que, en definitiva, la mente es lo que cerebro hace, casi como la circulación es el resultado de la actividad del corazón.

Pinker es convincente. Si aceptamos el monismo (el materialista, claro), viendo la diferencia de habilidades corporales en los humanos, no encontramos razón para no pensar que también debe haber diferencia de habilidades intelectuales porque, al fin y al cabo, si estas últimas son fruto de la acción del cerebro su naturaleza no es muy distinta que la naturaleza de las primeras.

Decía que son malas noticias porque significaría que no podemos aumentar nuestra creatividad e inteligencia, solo la podemos desarrollar y entrenar, lo que podría llevar a una mejora de los resultados obtenidos, pero la limitación de hardware sigue estando allí, operando silenciosa, inflexible, y un poco cruel a veces.

Y la peor noticia para los que venden métodos para desarrollar la creatividad y la inteligencia es que no sabemos que cosas pueden desarrollar la creatividad y la inteligencia.

Sí sabemos que una persona inteligente o creativa puede sentir que no le conviene mostrar sus cualidades en determinados ambientes (si vamos por la pendiente resbaladiza, mala para argumentar pero buena para las metáforas, un campo de concentración no es un buen lugar para mostrar integridad intelectual, creatividad y predisposición a examinar críticamente a la autoridad, por ejemplo) y ese, me parece, es el limitado campo de acción de los métodos de la creatividad e inteligencia en la empresa.

Y por qué esto? Porque estos días estuvieron sobrevolando por acá, y por una ciclo de conferencias por lo demás muy bueno, algunos buitres que venden cursos y métodos (sin ninguna validez empírica, por supuesto) para hacer de todos nosotros gente creativa e inteligente, cuando la evidencia es que no tenemos una inteligencia que destaque y que somos bastante conservadores.

Las propuestas de esta gente siempre giran sobre lo mismo:

  • Toda Idea es Bienvenida, por lo que suponemos que la idea de que el HIV no existe o, en todo caso, no produce el SIDA, sino que es una conspiración del 'establishment médico' para vender drogas caras tiene el mismo valor que las ideas que han llevado al desarrollo de antiretrovirales que funcionan. Perfecto, no podría estar más de acuerdo.
  • Toda ocurrencia, imagen, recuerdo se debe expresar sin considerarla: obvia, insignificante, inmoral o ridícula. Toda idea ha de ser escrita, dibujada, sin autocensurarse. Impecable, agobiemos al prójimo con relatos pormenorizados de nuestra última partida de truco.
  • Toda crítica será pospuesta. Hay un momento para generar ideas y otro momento para valorarlas, evaluarlas. No censurar: cuando alguien propone que los planetas influyen en si la mujer (o el hombre) que nos gusta va a acceder a nuestro cortejo no se puede decir que es ridículo, porque, claro, sería censurar.
  • La cantidad de ideas es muy importante debido a que de antemano no se puede saber cual de las ideas puede resultar seleccionada, posteriormente, para resolver un problema o para encontrar una nueva solución. Eso! A sumar ideas!! Que tal vez vestirse pirata para luchar contra el cambio climático? (no, perdón, eso sí era una excelente idea. Ruego que Él se apiade de mi herejía)
Todo gira en torno a lo mismo, y puedo ver una (entre tantas otras) falacia: separar el proceso de emergencia de una idea del proceso de evaluación de la misma. Así, se supone (o supone esta gente) que es posible separar el proceso de ‘proponer’ del de ‘evaluar’. Tal vez se pueda, sí, y sea algo similar a la locura.

Pero bueno, se ve que no soy un tipo creativo.

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