Sunday, September 20, 2009

La crisis como oportunidad

- En la moto la carrocería sos vos
- El problema que tenemos es que no hay documentación
- Acá lo que hace falta es calidad institucional
- Acá el problema es el clientelismo político
- Lo que sucede es que el gobierno no quiere mejorar la educación para gobernar un pueblo ignorante


Podría seguir citando frases así de pelotudas, pero mi preferida es la del título. Me gusta, me fascina esta frase tan común entre vendedores de cursos, libros y seminarios que nos entregan la verdad revelada, que se revela, precisamente, como un par de obviedades genéricas escondidas detrás de un lenguaje altisonante. Creo que le gana a las boludeces que puede decir mi abuela, a las de un project manager medio burócrata, a las que dicen periodistas analfabetos funcionales dedicándose temas que superan su capacidad de análisis y formación, o incluso a las que dice un tachero (conductor de taxis) haciendo análisis sociológicos.

"La crisis como oportunidad" es un título que copa seminarios, artículos de revistas de negocios, cursillos y demás timos cuando empiezan a asomar las primeras amenazas de crisis. No creo que sea para sorprenderse, al fin y al cabo la crisis también afecta a los vendedores de amuletos y brujerías, aunque, claramente, menos que a los vendedores de cosas realmente útiles.


La frase en cuestión se basa, supongo, en una idea con algo de lógica: una crisis cambia el statu quo de un sistema, lo sacude un poco, hace caer a quienes tenían lugares establecidos y eso abre espacios que antes estaban cerrados. Puede que el mecanismo base funcione, pero tomarlo con el optimismo que intentan desplegar quienes titulan así sus trabajos se asemeja a pensar, en el medio de un terremoto, 'que bueno! en el futuro habrá más plazas y espacios verdes!". Los espacios se abren con sangre y muertos y antes de alegrarnos livianamente conviene pensar si vamos a contar cadáveres o vamos a ser uno.

Decía, puede que sea cierto que en las crisis es donde se puede ganar más. Lo podemos ver pensando en el inversor que compró propiedades en argentina en 2002 y las vendió en 2007. Cuando hacemos retrospectivas pensamos que lo que terminó por pasar era inevitable y que deberíamos haberlo sabido: pero no estábamos condenados al éxito en 2002, ni siquiera estábamos condenados a los sojodólares que entraron en malón entre 2003 y 2007 y crearon lo que crearon. La crisis fue una oportunidad, sí, pero los espacios se abrieron estaban regados de sangre, sufrimiento, quiebras, desempleo y pobreza. El hecho de que, pasada la crisis, tendamos a pensarla solo como oportunidad (o a sobrevalorar ese aspecto) se explica un poco por el sesgo de retrospectiva.

En realidad, este post esta recorrido por una pregunta. Digo, yo, que usualmente (al menos en persona, ignoro la imagen que doy en este blog) parezco un tipo con opiniones bastante establecidas, no estoy seguro de que papel podría jugar el optimismo en nuestro desarrollo y crecimiento. Conviene ser el optimista que ve la crisis como oportunidad? O es mejor tener los pies sobre la tierra y recordar que la sangre que riegue una nueva oportunidad podría llegar a ser la propia?. Cuando uno escucha a los triunfadores, ese grupo tan difusamente definido (o en realidad, cuando se habla de ellos), se recuerda que fueron gente optimista, que siempre creyó en su triunfo. Por supuesto que se trata de un problema de sesgo de selección: por cada optimista triunfador hay unos cuantos optimistas en el cementerio... Aún así, la pregunta persiste.

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