Wednesday, June 11, 2008

Eso que llamamos vida

Seis veces hasta ahora he visto la muerte cara a cara, y otras tantas ella ha desviado la mirada y me ha dejado pasar. Algún día, desde luego, la muerte me reclamará, como hace con cada uno de nosotros. Es solo cuestión de cuando y de cómo. He aprendido mucho de nuestras confrontaciones, sobre todo acerca de la belleza y de la dulce acrimonia de la vida, del valor de los amigos y la familia y del poder transformador del amor. De hecho, estar casi a punto de morir es una experiencia tan positiva y fortalecedora del carácter que yo la recomendaría a cualquiera, si no fuese por el obvio elemento ,esencial e irreductible, de riesgo. Me gustaría creer que cuando muera seguiré viviendo, que alguna parte de mí continuará pensando, sintiendo y recordando. Sin embargo, a pesar de lo mucho que quisiera creerlo y de las antiguas tradiciones culturales de todo el mundo que afirman la existencia de otra vida, nada me indica que tal aseveración pueda ser algo más que un anhelo. Deseo realmente envejecer junto a Annie, mi mujer, a quien tanto quiero. Deseo ver crecer a mis hijos pequeños, y desempeñar un papel en el desarrollo de su carácter y de su intelecto. Deseo conocer a nietos todavía no concebidos. Hay problemas científicos de cuyo desenlace ansío ser testigo, como la exploración de muchos de los mundos de nuestro sistema solar y la búsqueda de vida fuera de nuestro planeta. Deseo saber como se desenvolverán algunas grandes tendencias de la historia humana, tanto esperanzadoras como inquietantes [...] De haber otra vida, fuera cual fuere el momento de mi muerte, podría satisfacer la mayor parte de estos deseos y anhelos, pero si la muerte es solo dormir, sin soñar ni despertar, se trata de una vana esperanza. Tal vez esta perspectiva me haya proporcionado una motivación adicional para seguir con vida. El mundo es tan exquisito, posee tanto amor y tal hondura moral que no hay motivo para engañarnos con bellas historias respaldadas por escasas evidencias. Me parece mucho mejor mirar cara a cara a la muerte en nuestra vulnerabilidad y agradecer cada día las oportunidades breves y magníficas que brinda la vida.

Carl Sagan.


Carl sigue comentando que tenía una tarjeta postal enviada por un pasajero del Titanic que, unos días antes del famoso hundimiento que le costó la vida a mucha gente, autor de la postal inclusive, y desde el barco mismo, contaba como la estaba pasando en grande. Menciona Carl que la tenía a la vista para recordar como 'pasándola en grande' puede ser un estado de lo más lábil y pasajero, y como eso lo ayudaba a disfrutar de la dulce acrimonia dela vida, como dice él. Mi pequeña tarjeta del Titanic, lo que me inspira y me motiva buscar y disfrutar de las oportunidades que él menciona, son las lineas de arriba, tomadas del libro Miles de Millones.

Miles de Millones es el libro póstumo de Carl Sagan, su libro más intimista, un fantástico legado de filosofía humanista, de amor por el conocimiento, por la ciencia y por la vida.

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