Sunday, July 19, 2009

Ombligología

O el arte de mirarse el ombligo. Si hay algún lector, sirva esto de advertencia.

Andrés me ha pasado un meme. Hasta este preciso momento, la única definición que venía a mi cerebro cuando alguien pronunciaba la palabra meme era la metáfora propuesta por Richard Dawkins para explicar el concepto de selección natural en un contexto no biológico. Otro ejemplo de selección natural no biológica ha sido el propuesto por el inconmensurable Stanislav Lem en su magnífica novela (permítaseme la redundancia: magnífica novela de Stanislav Lem es redundante) Invencible. No viene al caso, pero siempre está bueno recomendar a Lem.

Pero volvamos a los memes: Richard Dawkins se propone demostrar que el mecanismo de selección natural sobre unidades de replicación pequeñas que sufren variaciones aleatorias funciona perfectamente, y no solo en la biología. Para eso toma como unidad de selección las ideas o conceptos: los bautizó 'memes' y propuso un mecanismo de replicación de los memes mejor adaptados. Ojo, no se trata de los memes más benéficos, sino de los mejor preparados para su propia supervivencia: los memes (o ideas, o prejuicios, o conceptos que albergamos) pueden ser perjudiciales para nosotros, sus anfitriones... tal como la conducta cortoplacista que nos sale tan naturalmente nos pone en peligro.

El concepto de meme después lo tomaron Susan Blackmore, Daniel Dennett y otros más. Dawkins, después de algunas idas y vueltas, parece haber aceptado con gusto que su metáfora sea la base del desarrollo de una nueva teoría, de acuerdo a lo que dice en 'El Capellán del diablo'.

Yo creo que la metáfora de los memes es algo más que una buena metáfora. Digo, al fin y al cabo seguimos creyendo (la primera persona es retórica, por cierto) en un señor de barba muy poderoso que se preocupa por lo que hacemos y que está dispuesto a premiarnos y a castigarnos. Pero prometí alejarme de terrenos procelosos en este blog, y en el próximo post me dedicaré a otro mito, muchos menos nocivo que el mentado de pasada más arriba.

Ahora, al punto sobre el meme de Andrés: que puedo ser?. No se, diría. A mi edad, pasados los 30, no tengo derecho a conjeturar que puedo ser algo que no soy (no dije 'a lograr algo que no logré', dije 'a ser algo que no soy'). Y que soy?. Bueno, a veces soy demasiado negativo, tengo gran facilidad para ver las fallas en lo que miro. Tampoco soy de una única manera siempre, pero a veces soy irritable. Me irritan las frases hechas, me irritan los eslóganes y los pensamientos de peluquería (y me irritan porque se escapan de las peluquerías), soy sarcástico y a veces me vuelvo ofensivo. Y como este blog en anónimo, también puedo hablar bien de mí sin que sea pedantería: soy un buen integrante de casi cualquier equipo, soy hábil en lo que hago (y en casi nada más), puedo abstraer conceptos y tirar relaciones razonables entre conceptos aparentemente alejados, y soy un buen autor de metáforas. Claro que para buenas metáforas, están los libros de Stanislav Lem... ya lo recomendé antes?

Saturday, July 11, 2009

Yo no hago eso en público

"Math is like sex. It's something you shouldn't do in public."
--K. Cunningham (estuve toda la semana diciendo que era de Daniel Dennet. Y no se quien es Cunningham)

"Physics is to mathematics as sex is to masturbation"
--R. Feynmann (de esta estoy seguro)


La verdad es que de ambas frases, solo la primera viene a cuento. La segunda la agrego porque me gusta la comparación, y porque me gusta la matemática. Incluso, no veo en la frase ningún contenido peyorativo hacia la matemática: está claro que es la base de la física, y no podés ser un buen físico si no manejás razonablemente bien la matemática. Es decir, la comparación de la frase es perfecta.

Pasada esta pequeña introducción algo adolescente, puedo ir al punto: me encontré estas últimas semanas con un tipo de personaje, simpático si tenemos suerte, insoportable la mayoría de las veces: el matematicofílico. Este curioso personaje no puede dejar de vocear, casi diría de apostar, las complejidades de los algoritmos que ve por ahí. Es capaz de gritar, desde tres escritorios de distancia 'ese algoritmo tiene complejidad (n)* log(n)!!'. Por supuesto, nadie tiene ganas de ponerse a analizar sus afirmaciones.

Me queda claro que nadie determina en cinco segundos la complejidad de un algoritmo, al igual que nadie puede formalizar un problema combinatorio en cinco segundos. No importa, el matematicofílico es capaz de hacer ambas cosas: puede gritar 'eso es una combinatoria sin repetición de 4 en 8!', o puede proferir el grito de guerra del algoritmo que mencionaba antes, y salir de la discusión, contento de haber sido capaz de iluminarnos con su sabiduría, sabiendo que ahora tenemos una luz para guiarnos a hacer software más performante. Gracias totales.

He encontrado más de un tipo de matematicofílico: desde el chanta absoluto (el otro día, mi amigo P. me hacía acordar de A., uno que calificaría de chanta e indeseable) hasta este que inspiró el presente artículo, que cuando programa lo hace bien, que es un tipo que realmente sabe de informática y que ha cursado la mejor carrera de informática que se da por estas pampas.

De todas formas, existe un pequeño detalle: en este caso, el matematicofílico le pone un parche primoroso a algo que son solo harapos. Y pone la energía en el lugar equivocado. Me explico: el software que solemos hacer, sin ser CRUD crudo, se lleva la parte del león del procesamiento en la base de datos. Del tiempo total de las transacciones, un porcentaje abrumador se consume en la base de datos. Más aún, la base de datos (estamos hablando de MS SQL Server, pero lo mismo sería cierto si estuviéramos hablando de Oracle con su maravilloso RAC) es el componente con escalabilidad horizontal más complicada.

El matematicofílico entonces, decía, gasta su energía en optimizar una parte pequeña del problema, mientras descuida las cagadas que hacen los programadores
cuando acceden a los datos, él incluido, que es bueno cuando hablamos de generar código.

Ignoro por qué, pero el patrón de pensar la base de datos como una caja negra misteriosa que, no importa lo que hagamos, siempre responderá igual está extendidísimo. Y no hablo de los malos programadores, sino de los buenos. El origen de ese problema?. Ni idea.

Monday, June 15, 2009

Enamorándome

Disclaimer: post técnico.

El oráculo siempre me ha parecido la base de datos que, por mucho, aventajaba a sus competidores. Por esas cosas del fanatismo, tenía pocos argumentos porque siempre había trabajado con Oracle, salvo algunas cortas pesadillas donde mi disgusto por la nueva base podía tener que ver más con mis costumbres y hábitos que con la diferencia real entre ellas.

Ahora, trabajando con Sql Server, mi gusto por Oracle se está transformando en enamoramiento. Enamoramiento, claro, como el de un tanguero: llorando por lo perdido. O como canta Serrat, no hay nada más amado que lo que perdí.

Y que perdí?. Esto perdí:
  • En Oracle, de toda la vida, un lector no se bloquea porque otro proceso escriba. Sql Server lo incorpora a partir de 2005. Antes, si queríamos hacer que un lector no se bloqueara por un escritor podíamos leer los bloques sucios (no comiteados).
  • En Oracle, el profiler no agrega carga adicional, tanto que si no fuera por el espacio en disco, uno lo podría tener siempre prendido.
  • En oracle el profiler da datos agregados y también da un listado de los eventos generados por esa sesión: por ejemplo, puedo ver una línea por cada bloque que leyó una consulta, viendo a que tablespace fue. En Sql Server solo tengo valores agregados por consulta. Y que para que quiero ver a donde leyó cada bloque?... por ejemplo para saber si está yendo al rollback (o a la tempdb en Sql Server) para leer consistente. Como me entero en el profiler de Sql Server si el problema es que un stored procedure está recibiendo parámetros innecesariamente largos y la demora está en la transferencia de red? (cosa que me ha pasado en Oracle). Más genéricamente, la comunidad de Sql Server parece que todavía está haciendo análisis de performance por indicadores (tema para otro post, mientras tanto, se puede leer online el primer capítulo del libro de Cary Millsap , particularmente la página 6).
  • En Oracle, existe un paquete, llamado DBMS_STATS (por cierto, si googlean algo de Oracle y caen en oracle-dba.com dba-oracle.com (*), sepan que su autor sabe muy poco de lo que habla), que permite generar estadísticas de las tablas para probar que plan elegiría el motor con otros, hipotéticos, juegos de datos. En Sql Server hay un mecanismo no documentado que permite exportar estadísticas de una tabla que ya existe. El mecanismo de Sql Server genera una larga sucesión de números en hexa que tienen codificados, de alguna manera y claramente inaccesible al resto de los mortales (muy Microsoft's way) las estadísticas. O sea, si querés sacarte una duda sobre una situación hipotética, esperá a que se produzca (sin mencionar lo incómodo que es pedirle al DBA algo cada cinco minutos)
  • Oracle tiene RAC, que no es un mecanismo de snapshots, por más que los admiradores de Sql Server lo intenten comparar con la replicación. RAC no es replicación de snapshots, RAC es un mecanismo por el cual varias instancias de bases de datos pueden acceder a los mismos archivos de datos. Y anda muy pero muy bien.
  • En Oracle puedo correr un debug contra los stored procedures sin necesidad de comprar un producto adicional. En Sql Server necesito una de las versiones de 'gama alta' del Visual Studio.
  • Oracle anda en varios sistemas operativos. Sql Server en uno (concedámosle ese status a Windows)
  • En Oracle, hay un UTL_MATCH, para calcular distancias entre strings que hasta implementa el algoritmo Jaro-Winkler. En Sql Server, claro, lo podés hacer.
  • En Oracle existe una API armada que incluye muchísimas funciones típicamente necesarias, en Sql Server se pueden hacer (con la extensión del CLR en 2005). Un ejemplo?... expresiones regulares (lo que ocurre, emho, es que los programadores windows se enteraron de la existencia de las expresiones regulares hace unos pocos años)
Supongo que habrá más diferencias, que iré disfrutando con el correr de las semanas.

Update: me comenta mi amigo P. que el dominio de la empresa de Burleson está mal, que el correcto es dba-oracle.com. En el link de su nombre hay un artículo de alguien que sí sabe sobre la ignorancia de este tipo. En la página de Jonathan Lewis hay bastante sobre Don Burleson.


Saturday, June 6, 2009

Entidades invisibles

En su última columna en el Scientific American, Michael Shermer se pregunta (y luego responde) cual es el origen de la tendencia a creer que nuestra vida está controlada por agentes misteriosos, invisibles y poderosos. La respuesta es más o menos la misma que se da desde los tiempos de Daniel Kahneman y que ha merecido ríos de tinta de autores muy recomendables como el mismo Shermer, Daniel Dennett, a veces Dawkins, Thomas Kida y seguramente se me pasan algunos (la respuesta corta es que los errores de tipo I son evolutivamente menos peligrosos en el corto plazo que los errores de tipo II, en todo caso, siempre se puede leer el artículo de Shermer completo, que es muy recomendable y explora las causas que nos han llevado no solo a reconocer patrones donde no los hay, sino a pensar que hay intenciones detrás de esos patrones).

El artículo abre con una enumeración de los agentes invisibles más populares:

Se cree normalmente que almas, espíritus, fantasmas, dioses, demonios, ángeles, extraterrestres, diseñadores inteligentes, conspiradores gubernamentales y agentes invisibles de
muchas otras naturalezas, poderosos y guiados por intenciones controlan nuestro entorno y nuestras vidas. Por qué?

Nota al margen para quienes no sigan el debate de la ciencia y el creacionismo en USA (y que se expande al resto del mundo). Copiando del diccionario escéptico, el diseño inteligente es una creencia anti-evolución que sostiene que las explicaciones naturales sobre el origen de ciertas entidades biológicas no son razonables y que el proceso de creación de estas solo puede ser explicado a través de la presencia de un diseñador inteligente (i.e dios)

Y me quedé pensando... no faltan los gerentes, los project managers y los ejecutivos en esa lista?. De los ejecutivos (y particularmente, ejecutivos de finanzas) ya se encargaron antes y mejor que yo muchos otros, así que me voy a detener en los gerentes operativos y de proyecto. Se podría decir que el primer motivo para no incluirlos en la lista es que éstos existen (bueno, los conspiradores gubernamentales también existen y cada tanto se anotan algún que otro éxito, pero ni tantos ni tan espectaculares como se les atribuyen).

Concedido, los gerentes existen, cierto. Pero mi impresión, basada en algo tan poco científico como mi experiencia personal, es que las personas en los grupos de trabajo tienden o bien a despreciar a sus gerentes de proyectos, o bien a sobreestimar el alcance de su capacidad para influir en los acontecimientos.

La primera alternativa (el desprecio a los gerentes) es fácil de explicar, incluso cuando no es justificada. Ahora, me intriga la segunda. Y me intriga más cuanto he sido su víctima, de un lado y del otro: a veces he supuesto que mi gerente o director era un mago que podía mágicamente arreglar cualquier problema con el que me enfrentaba, y otras me tocó ser considerado el Mesías (de más está decir que el tiempo se encargó de juntar evidencia para refutar ambas ilusiones, aunque, como sabemos, las ilusiones suelen ser resistentes a las evidencias). Hoy veo casi con cariño la ingenuidad que mostré al pensar que R. (mi director en esos momentos) podía resolver cualquier cosa y al sentirme halagado cuando se me consideró el Mesías.

Tengo una visión del gerente de proyecto (puesto que ocupo) más parecida a la de alguien que no controla nada, a lo sumo trata con buena fortuna de acomodar su proyecto a un entorno que cambia (más allá de su control), adaptándose a lo que pasa y, muy de vez en cuando, siendo capaz de saber qué va a pasar.

Existe la Economía Comportamental (espero que se perdone esta traducción tan chapucera de Behavioral Economics), que es, según dice la wikipedia, una rama de la economía que aplica el conocimiento científico sobre los factores cognitivos y emocionales para entender mejor las decisiones de consumidores, prestamistas, inversores y otros agentes económicos. Sería un ejercicio de optimismo esperar ver en los próximos años la Gestión de Proyectos Comportamental, que podría ser una serie de técnicas y herramientas para la gestión de proyectos que tengan en cuenta lo que sabemos del funcionamiento de nuestra mente?.

Y una última duda... si tal disciplina existiera... refutaría o apoyaría a las metodologías ágiles de desarrollo de software?. Yo creo que las apoyaría, pero en definitiva me gustaría ver los resultados.

Monday, May 25, 2009

Usted ya leyó esto en otras partes

En forma bastante predecible, las revistas (las que valen la pena leerse, digo, como el Scientific American, por ejemplo), los blogs (algunos que valen la pena leerse, y otros más parecidos a este blog), los programas de radio, los talk shows de la televisión, los realities y sus estrellitas que hasta el año pasado hacían mostrar el culo a alguna bonita golfa veinteañera se han volcado a preguntarse que ha fallado en nuestra comprensión de la economía para que hoy estemos aquí (bueno, tal vez haya sido demasiado adjudicarle esa preocupación a los últimos puntos de mi enumeración).

Las conclusiones son más o menos parejas: la economía tal como la conocemos dista de ser una ciencia, y no solo eso, difícilmente pueda considerarse una protociencia que al menos va bien encaminada. Los problemas de la economía (la ciencia económica, digo), vendrían básicamente del hecho de que la teoría de la elección racional no es ni siquiera una grosera sobresimplificación de nuestra forma de pensar, y de que, como dice Nassim Taleb, el único premio Nóbel (o algo así, para ser exactos ) de economía que ha recibido su premio por una contribución valiosa fue Daniel Kahneman. Precisamente, don Kahneman ha aportado pruebas convincentes de que nuestros sesgos cognitivos (que además, parecen ser innatos y, sin entrar en el debate nature vs. nurture, genéticos) impiden describir nuestro comportamiento por medio de formuleo matemático de la elección racional.

Como decía arriba, esto se convirtió en un tema más o menos recurrente en unas cuantas publicaciones. En el último número de Scientific American Mind hay dos artículos que tocan el tema. El primero de ellos es una entrevista a Peter Ubel, quien explica como nuestra tendencia al optimismo y al comportamiento manada (que mi vecino sacó un crédito? entonces puede que no sea tan peligroso!, que mi pareja se sirvió otra porción de postre? entonces a mí no me va a engordar tanto) puede arruinar nuestras finanzas personales (y globales), nuestra salud y más genéricamente, nuestro bienestar. Dice también Peter Ubel en un arranque de pesimismo (o elitismo? o derrotismo?, o vaya uno a saber qué) que un tercio de los norteamericanos adultos no son capaces de contestar cuanto es el diez por ciento de mil, y se pregunta como puede un tipo así evaluar el impacto de un posible aumento en las tasas de interés de interés en su hipoteca (una lástima que Ubel no cite fuentes de esta afirmación)

El segundo artículo no toca el tema directamente, es más una explicación (detallada y ejemplificada) de cuan malos somos al evaluar probabilidades, y de cuanto esfuerzo, entrenamiento y concentración requiere hacerlo bien. El ejemplo elegido es la evaluación de las probabilidades de tener una enfermedad dado un resultado positivo de un análisis para detectar dicha enfermedad. El ejemplo es usado también por Leonard Mlowdinow en 'The drunkard's walk' y por John Allen Paulos en 'Innumeracy'.

El asunto es así: Supongamos que nos hacen un análisis de HIV. Usan primero el método Elisa, que tiene un índice de falsos positivos del 1%, aproximadamente. Supongamos que el test da positivo... cual es la probabilidad de que en realidad estemos sanos? (o de que en verdad estemos enfermos?). Cual es? Si hay algún lector... tiene un número?

La respuesta es que en el párrafo anterior faltan datos para decidir: la respuesta no es que hay 99% de probabilidades de que estemos enfermos, ni nada por el estilo. Para llegar a la respuesta nos falta un dato: la prevalencia (el porcentaje de gente que sufre la enfermedad) de la infección. Para derivar la respuesta, tomemos la prevalencia global del HIV estimada para Argentina (0,31%).

Bien, ahora para hacer números redondos, supongamos que se han hecho en nuestro laboratorio 320 análisis de HIV. Como la incidencia es del 0,31%, eso da que nuestro laboratorio encontró un caso positivo (vamos a asumir que estamos en el caso más probable, esto es estadística, nada dice que deba ser así en todos los casos), ya que el 0,31% de 320 es 1.

Ahora, de esos 320 casos, alrededor de tres tipos se llevaron un test positivo sin serlo. O sea, de cuatro test positivos, uno es un positivo real y los otros tres son falsos positivos. Por lo tanto, hay un 75% de probabilidades de que no tengamos nada. Si a esto lo corregimos por incidencia demográfica y de comportamiento la probabilidad es menos (sonará feo, pero si somos una persona que no usa drogas endovenosas y que no tiene sexo sin protección o es monógama, las probabilidades de estar infectado bajan: no a cero, pero bajan).

Quiere molestar a su médico, estimado lector (si es que hubiera algún lector)?. Bueno, si es así, la próxima vez puede preguntarle cual es la probabilidad de que un resultado positivo de un determinado análisis no sea en verdad un falso positivo dada la incidencia?. El médico, en medio de una consulta por obra social mal paga, apurado porque se ve obligado a que su consultorio funcione como un McDonalds, raramente disfrutará de su sentido del humor.

Friday, May 15, 2009

Modelos de espera

Por motivos que no vienen al caso, el otro día estaba repasando las herramientas y papers que tengo en mi notebook y que pueden llegar a ser útiles en el trabajo. Pienso que hay una, que he usado en los proyectos de mejora de performance (mi pasión oculta, y algo así como el premio consuelo: puedo jugar a detective sin trabajar para House o sin dedicarme a la investigación) que bien vale un post.

La herramienta es tan simple como una planilla excel que se basa en la idea de que un sistema que atiende transacciones en, en definitiva, un modelo de colas. La idea del modelo de colas es bastante simple:
  • Existen una cantidad variable de recursos que atienden peticiones (canales).
  • Los clientes arriban al sistema y si no hay un recurso que atienda espera poniéndose en una cola.
  • Los canales demoran en atender cada cliente un tiempo variable descrito por una función de probabilidad.
  • Los clientes arriban al sistema en intervalos variables descriptos por una función de probabilidad
Los cálculos que yo conozco se basan en sistemas donde la disciplina de la cola es FIFO, la distribución de los arribos se describe como un proceso Poisson caracterizado por la tasa de clientes arribados sobre unidad de tiempo. Los tiempos de servicio de los canales (lo que tarda cada canal desde que la petición entra el canal, no a la cola, hasta que sale) se describen por medio de una distribución exponencial. Se puede complicar más ( impaciencia de los clientes, otras disciplinas de espera ) pero usualmente el modelo básico es suficiente para analizar un software up&running.

Prácticamente, no me he encontrado con un sistema que no pueda ser modelado como un sistema de colas:
  • Un sistema web recibe peticiones (los GET y POST HTTP) que son atendidas por threads que corren en el application server. Los threads son los canales de atención y si no hay un thread disponible, la petición espera.
  • Un proceso batch procesa peticiones (transacciones) que esperan en cola hasta que el proceso puede atender a la próxima.
  • Una base de datos que recibe DML es tiene una serie de procesos que atienden las peticiones
Encuentro particularmente útil el modelo de colas no para reemplazar al test de stress de un sistema, sino para complementarlo. Así, luego de terminar el test de stress o de mirar en producción un rato puedo contestar fácilmente preguntas del tipo:
  • Que sucedería si mi sistema recibe el doble de peticiones y hago un esfuerzo (en rediseño) para que el tiempo de servicio no aumente más del 10%?
  • Si espero un determinado incremento en la carga de transacciones, cual debería ser mi optimización del tiempo de servicio para obtener un determinado tiempo libre del canal (para tareas administrativas, por ejemplo).
Craig Shallahamer tiene un excel de un modelo de colas en su web (en el link hasta que Craig decida rediseñar su página). Es una modesta maravilla que en la primer solapa requiere la introducción de los valores característicos y en las siguientes muestra la evolución del sistema con variaciones de los valores característicos.

Así que la próxima vez que un cliente, con cara de ‘ahá, acá te cagué, consultor’ pregunte: 'y de donde sacaste que si la carga de transacciones aumenta un 20% me quedo sin tiempo para el backup', uno puede sacar las planillas y agobiarlo con una clase de investigación operativa ligera.

Y como bien saben los economistas, mostrar números y matemática razonablemente avanzada da un aura de respetabilidad. Aunque todo esté construido sobre nada. En realidad, el modelo de colas sí funciona para el análisis de performance de los sistemas informáticos, simplemente tenía ganas de hablar mal de los economistas. Porque (y con el solo objeto de divertirse un rato con una buena lectura y sin que tenga relación con el post) como bien señala Leonardo Moledo, con la economía es otra historia.

Friday, April 3, 2009

Vendiendo Indulgencias

Me entero que han ingresado en la legislatura de la ciudad de buenos aires dos proyectos para la colegiación de los profesionales que actúan en el ámbito de la ciudad, lo que incluye, claro, a los informáticos.

Lo que sigue es un juicio de intenciones, cosa que convendría no hacer, pero creo que cuando la mala leche es tanta y tan mala, hay pocas alternativas.


Entiendo que hay dos clases de personas que apoyan la colegiación:


  • El primer grupo está compuesto por un grupo de inútiles que pretende vivir de vender indulgencias y de cobrar la matrícula de quienes sí trabajamos y tenemos como norte seguir haciéndolo (o dejar de hacerlo por un método más decente, como ganar la lotería, pegarla con una acción o asaltar un banco).
  • El segundo grupo está compuesto por un grupo algo mayor que el primero. El de aquellos que se sospechan, con razón o sin ella, no muy buenos en lo suyo y esperan que achicando el denominador sus probabilidades mejoren: es decir, esperan que eliminando la competencia en base a criterios que poco tienen que ver con la habilidad laboral su situación en el mercado mejore. Ahora se me ocurre que hay un subgrupo dentro de este grupo: aquellos que no se sienten poco hábiles, sino que sienten que el mercado no reconoce sus increíbles habilidades. Esperan, por este medio, que se instrumente un mecanismo por fuera del mercado para corregir semejante injusticia: me contratás a mí no porque te parezca más hábil, sino porque tengo matrícula.

Puede que exista un tercer grupo: aquellos que están honestamente convencidos que la matriculación mejorará el nivel profesional (y de profesiones que piden a gritos una mejora en el nivel, como la informática). Agrego este grupo no porque tenga pruebas de que exista, sino por seguir la regla de que la ausencia de evidencia no es evidencia de la ausencia. Pero sí, no encuentro evidencias de que este grupo exista.


Podría argumentar por qué no creo que sirva un colegio, y los argumentos irían en estas líneas:


  • No hay evidencia de que las estructuras burocráticas mejoren el nivel académico e intelectual, y si hay evidencias de lo contrario.
  • No es ni justo ni conveniente decirle a una empresa a quien puede contratar y a quien no.
  • Con respecto a la responsabilidad legal por mala praxis profesional que pudiera resultar en problemas para terceros, se puede resolver sin colegio: los médicos en la ciudad de buenos aires no tienen colegio y responden legalmente por sus malas praxis.
  • No quiero pagar matrícula en forma obligatoria.
  • No me parece justo que me obliguen a no contratar a los excelentes profesionales que conozco que no tienen título universitario (da la casualidad, los dos mejores que conozco no tienen título).
Pero no voy a desarrollar estos argumentos, porque estaría sucumbiendo a la falacia de la inversión de la carga de la prueba. La carga de la prueba la tiene quien afirma, por lo que son quienes proponen el colegio quienes deben demostrar para qué serviría y como lograría los objetivos. Hasta donde vi, están lejos de lograr este objetivo.

Leía el proyecto de Martín Borrelli, legislador por el PRO y titular del Partido Federal de la ciudad de buenos aires ( la melange ideológica del nacional-conservadora-economicoliberal-malvinera de su partido es realmente divertida, si es que fuera una broma de Peter Capusoto). El asunto empieza bien, dice:


No es ocioso recordar que aprobada la colegiación, la matriculación se vuelve obligatoria y con ella, la imposición de aranceles o contribuciones para el ejercicio de la profesión y el sostenimiento de las estructuras burocráticas del nuevo colegio. Allí donde antes no había nada, ahora florecen oficinas, cursos y empleados. Allí donde imperaba la autorregulación, aparecen los tribunales de disciplina para imponer sanciones.

Bravo! Ese texto es un verdadero liberal, pensé. No es que coincida en todo con un verdadero esco… liberal, pero se trata de una posición intelectual con innegable valor, pero bueno, este no es el caso (este tampoco es el caso, debería decir) . Sigue:


Sin el debate necesario los colegios profesionales se convierten en una herramienta de pocos, en botines de grupos dominantes, en especulación electoral, y el mérito o conveniencia de su creación deja de ser la de los sujetos de regulación de dicha ley –los propios profesionales- para transformarse en una cuestión de mera oportunidad convalidada por la Legislatura y sus mayorías ocasionales.


Bueno, acá se le empiezan a ver las plumas: el problema no es la imposición de aranceles y contribuciones, ni la existencia de burocracia ni un tribunal de notables diciéndole al mercado que carajo tiene que hacer, no. El problema es que sea un botín algunos. Un pensamiento notable por lo contradictorio: no es malo el concepto de que alguien se apropie de una actividad, lo malo es que alguien se apropie de la actividad en la vida real.


Para evitar eso que, con justa razón, identifica como pernicioso, propone crearlo. Luego de la necesaria discusión y consenso, claro.
Alguien sigue su fuzzy logic?, yo no.

El lunes 6 de Abril, en en el Anfiteatro 3 de la sede Las Heras de la FIUBA habrá una reunión al respecto.